CUANDO LOS NIÑOS DAN LECCIONES
La
lección estaba servida: el diálogo es el mejor camino para superar las
discrepancias y evitar las peleas. Pero ¿cómo aprender a dialogar? En la medida
que acrecentamos nuestra capacidad de escucha atenta y de palabra ajustada, el
diálogo brotará espontáneo. No surge como por arte de magia, ni es una
habilidad que se improvisa, sino que hay que cultivarla con esmero y es fruto
de una sincera apertura hacia el otro. En estos tiempos escasea el diálogo
porque no cultivamos suficientemente el arte de la escucha atenta y de la
palabra ajustada. Por el contrario la “incontinencia verbal” si que está bastante
generalizada. Personas que hablan y hablan y cuando parecen escuchar, solamente
están tomando un respiro para intervenir de nuevo, sin importarle lo que dice
su interlocutor.
El justo
equilibrio entre saber escuchar y saber hablar produce el milagro del diálogo.
Y es que también el saber escuchar es la mejor manera de asegurar la eficacia
de la palabra, que siempre será mejor recibida cuando va acompañada de una
paciente escucha. Aprender a escuchar y a hablar también es una manera de
colaborar con la felicidad del otro. Por eso un hurra por la maestra de
infantil de aquellos niños.
Jesus Moreno Ramos