INCOMUNICACIÓN
Con
los nuevos medios pueden multiplicarse los mensajes anónimos, sin rostro y sin
corazón. En las redes sociales, por ejemplo, uno puede construirse un perfil
totalmente ficticio y, con él, entablar comunicación con otras personas con una
identidad que no es la propia. Pero, sin llegar a tanto, en la vida cotidiana, en la calle, en el
trabajo, en el tiempo libre, muchas veces nos relacionamos más a través del
“personaje” que representamos que de la “persona” que somos. Más que con las personas nos relacionamos con
las “funciones” de éstas. Y las “funciones” siempre son frías, burocráticas e
impersonales. Para llegar a un sincero diálogo es preciso “desfuncionalizar”,
si se me permite la palabra, las relaciones e intentar personalizarlas al
máximo.
Decía
Mounier que “la persona no existe sino hacia los otros, no se conoce sino por
los otros, no se encuentra sino en los otros”. Nuestra personalidad, por
consiguiente, no puede cultivarse si estamos aislados ni tampoco si estamos
perdidos en la masa. Es el pequeño grupo o la pequeña comunidad de talla humana
el lugar privilegiado para una buena intercomunicación. Ahora bien, la
capacidad de comunicarse bien con el otro, de entablar con él o con ellos un
verdadero diálogo, no es algo innato sino una aptitud que se adquiere en el
aprendizaje.
Jesús Moreno Ramos
El Periódico Extremadura, 10-3-2014
http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/caceres/calidad-vida_792998.html
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